En Perú, la inseguridad alimentaria ha alcanzado niveles alarmantes en los últimos años. Según el Programa Mundial de Alimentos (WFP), más del 51.7% de los peruanos experimentan dificultades para acceder a una alimentación adecuada, una cifra que ha crecido exponencialmente debido a la crisis económica y los efectos del cambio climático en la producción agrícola.
Los sectores más afectados incluyen comunidades rurales y periurbanas, donde la falta de acceso a alimentos frescos y nutritivos genera un aumento en la desnutrición y otros problemas de salud. En regiones como Puno, Huancavelica y Loreto, la tasa de pobreza extrema supera el 30%, lo que agrava la dificultad de muchas familias para conseguir una alimentación diaria suficiente.
“El hambre no es solo la falta de alimentos, sino la falta de acceso a una alimentación nutritiva y adecuada. Nuestro objetivo es reducir estas cifras a través de programas sostenibles de alimentación y desarrollo comunitario.”
— WFP Perú
Para hacer frente a esta crisis, el Programa Mundial de Alimentos ha implementado iniciativas como el modelo piloto “Comidas Calientes”, que ya ha beneficiado a más de 600 alumnos en Lima mediante la entrega de almuerzos escolares balanceados. Además, el fortalecimiento de la cadena de producción y distribución de alimentos busca garantizar que las familias más vulnerables puedan acceder a una alimentación digna y saludable.
El compromiso de organizaciones como WFP, junto con el apoyo de gobiernos y el sector privado, es clave para erradicar el hambre en Perú y asegurar que cada niño, madre y trabajador tenga acceso a los nutrientes necesarios para un desarrollo pleno. Sin embargo, aún queda mucho por hacer.